Respirar… comunicar… y entender lo que decidimos.
Por primera vez en la historia reciente, México votó directamente por los jueces y magistrados que integrarán el Poder Judicial. Una elección que muchos vieron como un gran paso hacia la democracia, pero que también dejó muchas preguntas sin responder.
Según una encuesta nacional, más de la mitad de la población está de acuerdo con esta reforma. Pero ojo, eso no significa que todos entiendan bien qué implica. Hay una diferencia enorme entre “estar de acuerdo” y saber a quién se está eligiendo.
Lo cierto es que mucha gente fue a las urnas sin conocer a los candidatos, sin saber qué hacía un magistrado o cómo influye un juez en su vida cotidiana. Y eso es peligroso. Porque votar sin información es como firmar un contrato en blanco.
Sí, hay esperanza de que con esta elección la justicia sea más cercana, más sensible a la realidad de la gente. Pero también hay temor: que esta apertura sea aprovechada por intereses políticos para capturar a los tribunales.
Por eso, esta elección no debe ser vista como la meta, sino como el inicio. Ahora toca exigir que los elegidos se comporten con imparcialidad, con ética, y con un compromiso verdadero con la ley y no con los partidos.
Que nadie se engañe: la justicia no mejora por decreto, ni por votos. Mejora cuando la ciudadanía se informa, participa y vigila. Y en Chihuahua, donde la confianza en las instituciones es frágil, eso es más urgente que nunca.
Soy Akbar, y esto es lo que tengo que comentarle hoy.