Respirar… comunicar… y movilizarnos.
El reciente cierre de la frontera sur de Estados Unidos al ganado mexicano, debido a una alerta por gusano barrenador, ha provocado una crisis sin precedentes en Chihuahua. Más de 200 000 cabezas de ganado permanecen varadas, generando pérdidas diarias que superan los 11 millones de dólares, según el Consejo Nacional Agropecuario. 
Esta parálisis ha encarecido la carne en suelo estadounidense, y aunque los precios para el consumidor mexicano aún se mantienen, el panorama es preocupante. Las existencias escasean y la demanda en el mercado interno mantiene los precios al alza.
En Chihuahua, donde el 40 % del ganado nacional se exporta a Estados Unidos, el impacto ya se siente. Los ganaderos locales cargan con el peso de 21 millones de pesos diarios solo en alimentación del ganado, sin ingresos, y sin una fecha clara para reanudar exportaciones. 
Las cámaras del sector agroalertan que esta afectación trasciende el campo: transportistas, veterinarios, empacadores y cadenas productivas enteras sufren pérdidas.
Claudia Sheinbaum y el gobierno federal han reafirmado su compromiso para negociar la reapertura rápida de la frontera y combatir la plaga con apoyo técnico estadounidense. Después de todo, Chihuahua no solo es un estado ganadero: es el corazón económico del norte. 
Pero las medidas ya no son suficientes. Chihuahua requiere respuestas inmediatas y reales: incentivos fiscales, soluciones temporales para la alimentación y mantención del ganado, y alternativas de mercado que permitan resistencia hasta que se reestablezca el comercio.
Porque mientras el hato siga detenido… el motor económico del estado también estará en pausa.
Soy Akbar, y esto es lo que tengo que comentarle hoy.