Sheinbaum y su atípica devoción por el Mayo Zambada

Resulta casi entrañable la manera en que Claudia Sheinmbaum se erige como la defensora incondicional de un capo encarcelado, dispuesto a poner en juego la relación con Estados Unidos por una simple carta de ultimátum. ¿Quién hubiera imaginado que la primera presidenta de México, aclamada por su retórica de soberanía y autodeterminación, se vería envuelta en un drama donde defiende a El Mayo Zambada como si se tratara de un héroe nacional? La ironía es mayúscula: mientras los altos mandos estadounidenses pululan con amenazas y sanciones, Sheinmbaum se muestra decidida a repatriar a un narco, argumentando que su retorno evitará un quiebre bilateral y, en teoría, protegerá la soberanía mexicana.

Cómico observar cómo nuestra líder, que prometió limpiar las instituciones y enfrentar el flagelo del narcotráfico, se empeña en tenderle una mano amiga a quien, desde hace casi un año, cumple condena en suelo estadounidense. ¿Será acaso que el verdadero acto de patriotismo consiste en desafiar a un gobierno extranjero para mantener la «independencia» de la justicia? Con argumentos legales que parecen sacados de un manual diplomático, la carta de El Mayo no deja lugar a dudas: se trata de una jugada para evitar la temida pena de muerte. Y ahí está Sheinmbaum, en un acto que podría describirse como el epítome del «sí, a todo, salvo a los intereses de nuestro propio pueblo».

La ironía se agrava al ver cómo, en lugar de fortalecer al Estado y proteger a la ciudadanía, nuestra presidenta opta por priorizar una negociación con un criminal de alto calibre. Al defender a El Mayo, Sheinmbaum no solo desafía la opinión pública y los principios del Estado de derecho, sino que también pone en entredicho la credibilidad de su gobierno en el escenario internacional. En un momento en que la relación con Estados Unidos se vuelve tensa y se juega el futuro de la cooperación en materia de justicia, ecocómica y migración, ella prefiere abrazar el chantaje de un narco en lugar de enfrentar de forma firme y decidida a las presiones externas.

En definitiva, lo que en apariencia se vende como un noble gesto de defensa de la soberanía se convierte en una tragicomedia de proporciones épicas: una presidenta que, en un acto de ironía mayúscula, defiende a un narco para evitar que su país se doblegue ante amenazas extranjeras… o será que el Mayo tiene los verdaderos OTROS DATOS de varios personajes políticos del ahora, del ayer y de los que andan en campaña…

¿Acaso la verdadera lealtad a la nación se mide por la disposición a repatriar a criminales, o por el coraje de mantener intacta la integridad del Estado? La respuesta, lamentablemente, parece pender de un fino hilo, tan delicado como las mismas relaciones que se pretende preservar.

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