¿México en el umbral de un quiebre financiero?

Lo que nadie se atreve a decir

A pesar de las promesas de estabilidad económica, las finanzas públicas de México enfrentan un horizonte preocupante, ya que de continuar con el ritmo actual de gasto público, déficit fiscal y endeudamiento, el país podría alcanzar un nivel crítico de deuda pública —el 70% del PIB— en tan solo cinco años, para 2029, lo que pondría en jaque la capacidad de financiamiento y sostenibilidad económica.

En 2018, la deuda pública representaba el 45% del PIB, un nivel manejable para una economía emergente; sin embargo, la tendencia de los últimos años muestra un deterioro sostenido ya que el déficit fiscal promedio ha oscilado alrededor del 4% del PIB, mientras que la deuda ya supera el 48% del PIB en 2024, con una proyección preocupante que ya perciben las calificadoras y los capitales de inversión.

Especialistas han destacado que el crecimiento económico de México, estimado en apenas un 2% anual, es insuficiente para compensar la carga de intereses de la deuda, que ronda el 4% anual, combinación que pone l país en una posición vulnerable, con un aumento neto anual de la deuda pública que supera la capacidad de generación de ingresos.

El peso del gasto social

El gobierno ha priorizado programas sociales y megaproyectos como el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas, basados en una narrativa de que estas inversiones traerán beneficios a largo plazo, ante lo cual analistas cuestionan la sostenibilidad de estas políticas, especialmente ante la falta de recursos suficientes para cubrirlas sin recurrir a un endeudamiento creciente o bien, a un incremento en la recaudación.

La deuda pública no es el problema por sí misma, sino el ritmo al que está creciendo. Si no se toman medidas inmediatas, como una reforma fiscal o una reestructuración del gasto, en menos de cinco años México podría enfrentar una crisis de financiamiento, similar a la de los años 80.

¿Qué se puede hacer?

Para evitar una crisis financiera, se necesitan decisiones difíciles. Entre las opciones están:

  • Implementar una reforma fiscal progresiva que aumente los ingresos del gobierno.
  • Frenar el crecimiento de los programas sociales o priorizar los que generen retornos económicos.
  • Fomentar un crecimiento económico sostenido a través de incentivos a la inversión privada.

El panorama es claro: sin un cambio estructural, México corre el riesgo de perder su estabilidad financiera. Las señales de advertencia están sobre la mesa, y el tiempo para actuar es cada vez más corto.

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