México ante EE.UU.: No son aranceles, es una guerra que México no puede pelear

Claudia Sheinbaum, Mexico’s president, speaks during a news conference at the National Palace in Mexico City, Mexico, on Wednesday, Nov. 6, 2024. Mexicans should remain calm in the wake of Donald Trump’s decisive election win, the president of the US’s largest trading partner and southern neighbor said, sounding a note of pragmatism as local markets began to recover from their initial shock. Photographer: Stephania Corpi/Bloomberg via Getty Images

150 millones de pesos al mes, la victoria de Sheinbaum

10 mil elementos de la guardia nacional a 15 mil pesos mensuales… gran victoria

Estados Unidos no solo es la economía más grande del mundo, sino también la más diversificada y poderosa. Su PIB es el más alto del planeta, lo que le otorga un margen de maniobra inigualable en la escena global. En contraste, México sigue siendo una economía dependiente, atada a su vecino del norte en materia de comercio, inversión y manufactura.

La relación entre ambos países es históricamente asimétrica, pero con la firma del TLCAN (hoy T-MEC), México se integró de manera irreversible (y en desventaja) a la economía estadounidense. Desde entonces, la guerra entre México y EE.UU. no ha sido militar, sino comercial, y las reglas las ha impuesto Washington.

Donald Trump lo entendió bien: no necesita soldados para someter a México, solo necesita su poder económico. Lo demostró en 2019 con la amenaza de aranceles para forzar una política migratoria más dura y hoy le repite la dosis a Claudia Sheinbaum, que al igual que su predecesor, lo suyo es la victoria pírrica. Trump con su agenda proteccionista, vuelve a dejar claro que su guerra no se libra con armas, sino con sanciones, restricciones y presiones económicas.

El problema es que México no ha hecho lo necesario para reducir su vulnerabilidad y hoy pagamos de nueva cuenta la ridícula y limitada visión de estado de los diferentes presidentes, y hoy, presidenta. No hemos desarrollado procesos productivos propios, no hemos impulsado ciencia y tecnología a la escala necesaria, y no hemos fortalecido capitales nacionales que nos permitan mayor autonomía. A esto se suma la postergación de problemas estructurales como el narcotráfico, la inseguridad, la corrupción y la crisis migratoria, lo que nos deja aún más débiles frente a cualquier embate de EE.UU.

La “victoria” de Claudia no es gratis, ya que de un solo golpe, tendrá Mexico que invertir 150 millones de pesos mensuales solo para pagar el sueldo de los 10,000 elementos de la Guardia Nacional encargados de contener la migración en la frontera sur, un gasto que responde más a las presiones de Washington que a una estrategia soberana de seguridad. México, en lugar de fortalecer su economía y su industria, invierte recursos en frenar a migrantes a petición de EE.UU., actuando como un muro humano a cambio de evitar sanciones comerciales.

Mientras Estados Unidos avanza con una economía diversificada y con pleno control de su destino, México sigue atrapado en la dependencia y la improvisación. La pregunta ya no es si podemos competir con ellos, sino si al menos podremos sobrevivir a la próxima jugada de Washington sin quedar aún más debilitados. En 29 días lo sabremos.

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