En un panorama político donde la desconfianza hacia los partidos tradicionales es creciente, el Frente Cívico Nacional (FCN) busca consolidarse como una nueva fuerza política en México. Guadalupe Acosta Naranjo, uno de los líderes del movimiento, promete una alternativa “nueva” que, según él, podrá resolver el desprestigio que aqueja a las instituciones partidistas actuales. Sin embargo, la fórmula detrás de esta propuesta no parece tan innovadora: políticos reciclados y figuras conocidas del escenario político nacional.
La idea ha recibido el respaldo simbólico de Xóchitl Gálvez, quien ha sido una de las principales caras visibles de las causas ciudadanas en los últimos meses. Aunque Gálvez no lidera formalmente el proyecto, su apoyo implícito da al FCN un aire de legitimidad entre algunos sectores. Aun así, la pregunta permanece: ¿puede esta “nueva” propuesta ofrecer algo diferente al sistema político que pretende renovar?
El reto principal del FCN no es solo establecerse como partido, sino demostrar que puede trascender la narrativa del reciclaje político y las luchas internas que usualmente terminan en la repartición de sillas y cuotas. Hasta ahora, el discurso del cambio parece más una envoltura que una verdadera transformación.