Desde el inicio de la humanidad, lo primero que hace una persona al nacer es respirar. Lo segundo, es comunicar. Por eso, hoy, callar o distorsionar la verdad es tan grave como robarle el oxígeno a un país.
Ayer, mientras el Consejo Nacional de Morena levantaba muros invisibles con candados, filtros y condiciones para sus futuros aspirantes rumbo al 2027, una cifra acaparó los titulares: 81 por ciento de popularidad para la presidenta Claudia Sheinbaum. Una cifra… difícil de creer para millones de mexicanos que sienten la inseguridad, la pobreza y el abandono como una segunda piel.
¿A quién le cree el país? ¿A los números que bailan en las encuestas o a la desesperanza que se palpa en las calles?
El expresidente Ernesto Zedillo —sí, ese mismo al que la historia aún le reprocha errores estructurales— lanzó una crítica dura, directa y punzante al nuevo gobierno, alertando sobre la concentración de poder y la ausencia de verdaderos contrapesos. Pero el mensaje parece perderse entre la euforia oficialista y las porras de un partido que ya huele a hegemonía prolongada.

Lo cierto es que el país no necesita más discursos de autocelebración, ni consejos políticos que, con disfraz democrático, limitan la pluralidad. México necesita respuestas. Porque allá afuera, en la realidad de los mexicanos comunes, hay madres que entierran a sus hijos, jóvenes sin empleo, familias desplazadas por el crimen y empresas ahogadas por la falta de certeza jurídica.
¿Qué nos importa a los ciudadanos si ya se están preparando para la elección de 2027, cuando ni siquiera podemos resolver los problemas de 2025? ¿De qué sirve tener una presidenta con 81% de popularidad, si los hospitales no tienen medicamentos, las aulas están vacías de esperanza, y la justicia sigue siendo un lujo para unos cuantos?
No. No es tiempo de celebraciones partidistas ni de campañas adelantadas. Es tiempo de que el gobierno escuche, entienda y actúe. Porque la historia no se escribe con encuestas ni con candados. Se escribe con hechos… y con el dolor, o la dignidad, de su gente.